Después de la
aparición mental que tuvo Lara con Melinda en Barcelona, decidí ir con un
amigo, una amiga sensitiva llamada Cristina y yo. Nuestra intención era ir a un
mirador de las curvas del Garraf y hacer una ouija a ver que saldría. Yo quería
que saliera Melinda. Total, que fuimos los tres sobre las 11 de la noche.
Una vez allí,
empezamos a hacer un círculo espiritual para relajarnos y para poder empezar
una sesión de ouija. Estuvimos medio minuto aproximadamente cuando yo noté un
frío detrás de mí que me hizo tener escalofríos. Mi amiga Cristina tenía una
mirada un poco rara y le pregunté qué le pasaba. Me respondió que acababa de
visualizar a Melinda delante nuestro con la mirada baja, mirando hacia el suelo
sin verle su cara tapado con sus pelos negros mojados y con los brazos al
frente. Le dio un buen susto al verla así. Yo también me medio asusté por unos
segundos pero pensé que tenía que hacer algo para que Melinda cambiara de cara
y se relajara porque estaba un poco asustada y a la defensiva. Yo mentalmente
le quise transmitir bien estar, tranquilidad y calma. Le dije mentalmente: “Melinda
estamos aquí para ayudarte y para que puedas ser feliz. Haré todo lo posible
para que puedas estar bien y cómoda con nosotros. Quiero que sonrías por favor,
quiero que estés bien y cómoda con nosotros. Queremos ayudarte, sonríe por
favor”. Y al cabo de escasos segundos Cristina nos dijo que visualizó a Melinda
sonriente y mirándonos con tranquilidad aunque un poco asustada aún, pero más
cómoda. Decidimos entonces hacer una ouija con ella. Fue poner el dedo en el
vaso y moverse. Nos dio las gracias a través de la ouija. Entonces hicimos una
corta sesión ouija y de repente ella se alejó del sitio dónde estábamos y no
sabemos porque. De repente decidimos hacer otra vez el círculo espiritual y
cuando volvimos a sentir a Melinda cerca, me vino una idea en la cabeza. Les
propuse a Cristina y a mi otro amigo Carlos, de hacer un círculo pero uniéndose
ella también. Nunca lo había probado ni escuchado de nadie y quise innovar. Estaban
de acuerdo conmigo y lo hicimos. Melinda estaba entre Cristina y yo y le
dijimos que nos diera la mano. Dejamos una mano al vacío para que Melinda nos
diera sus manos y así unirse al círculo. Fue de lo más increíble que he vivido
en mi existencia. Notamos un frío suave en la mano y unas cosquillas por
toda la mano y brazo. Poco a poco se nos
cerraba la mano y notábamos como una suave y floja presión en la mano que
teníamos al vacío. Efectivamente Melinda nos estaba dando su mano y se unió al
círculo porque me lo afirmó luego el péndulo y lo afirmó Cristina también
porque ella la notaba. De repente dejamos de hacer el círculo. Yo estaba muy
tranquilo y decidimos volver a casa.
Durante la vuelta
nos dimos cuenta de lo que acabábamos de vivir. Fue una experiencia brutal, muy
bonita y tierna. Logramos por unas horas hacer feliz a un espíritu que es
infeliz ahí donde está. Es por eso que decidimos volver otro día. Volvimos el
día siguiente. Esa vez fui con Lara porque Cristina no podía.
PRÓXIMA
NOTICIA: Melinda vence al
miedo de subir a la luz.